Nos conviene:
- Comprender que el mundo es imprevisible y que nosotros no somos
omnipotentes, y que vivir (para bien y para mal) conlleva siempre una cierta
dosis de incertidumbre e inseguridad (lo contrario podría ser también sumamente
aburrido) y que más nos vale aceptarlo y tolerarlo: querer controlar lo
incontrolable, aparte de ser absurdo, sólo nos llevará a la paradoja de un
mayor descontrol.
- Dejar de sobreproteger, de sobreplanificar y/o de querer siempre
anticiparnos a todo tipo de contratiempos.
- Aprender a aceptar los problemas como parte de la vida y verlos como lo que
son: problemas (que hay que solucionar o aprender a convivir con ellos de la
mejor manera posible) pero no como dramas inaceptables.
- En suma, aprender a tolerar la frustración (de lo inevitable), a asir (lo
bueno de la vida, lo que le aporta sentido, lo que nos hace crecer) y a soltar
(lo tóxico, lo que nos hace daño o lo que ya se ha terminado o no podemos asir
por más que nos lo propongamos)
Entradas relacionadas: 1) ¿Preocuparnos u ocuparnos?, ¿cavilar o
reflexionar?, ¿comernos el coco o buscar soluciones? 2) Keledén, una manera más relajada de
vivir la vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario